lunes, 24 de agosto de 2015
El Piuchén
Este ser presentaría una apariencia cambiante; la cual generalmente tiene el aspecto de una culebra voladora. Pero además podría presentarse como, serpiente, ave, pez, cuadrúpedo, rana, murciélago y hasta humanoide; o igualmente una mezcla de ellas. Se dice que además, su cuerpo estaría cubierto de pasto, arbustos y cilindros retorcidos, a modo de ganchosos cuernos y otras estructuras que sobresalen del cuerpo de esta criatura.
Según los mapuches esta criatura generalmente era una serpiente alada que habitaba en los bosques. Sus alas con las que vuela a voluntad le crecerían cuando ha llegado a su edad madura. Presentaría una longevidad increíble y al llegar a la vejez, se transformaría en un pájaro del tamaño de un gallo o un pavo joven; pero igual de sanguinario como su otra forma. Además se caracterizaría por tener una fuerza tan poderosa que puede derribar grandes árboles; y en Chiloé incluso se dice que esta criatura puede levantar gigantescas olas que hacen naufragar las embarcaciones que estén cerca de él.
Esta criatura se alimentaría de sangre, y comúnmente estaría adhierida al tronco de los árboles en las noches y en los días de calor excesivo. Las personas pueden saber a donde ha estado, porque deja huellas de sangre mediante un excremento rojo que chorrea de los árboles en donde vive y se oculta durante el día. También se puede saber de su presencia al escuchar los agudos silbidos que emite estridentemente.
Se cree que esta criatura acostumbraría a vivir cerca de los lagos y ríos, donde su presencia ocasiona gran pánico; ya que se cree que produce una sustancia tan irritante que al ser transmitida por el aire o por el agua, ocasionando erupciones en la piel muy similares a la sarna. Además aquellos que tienen el infortunio de contemplarlo, podrían ser petrificados con su intensa mirada, para que luego esta criatura les pueda succionar la sangre; con lo cual pueden llegar a morir. Igualmente, se cree que cuando los habitantes de una casa se van volviendo extremadamente flacos, y ya se ha descartado la presencia del Colo Colo o el Basilisco chilote; su enfermedad sería producto de esta criatura.
Se dice que esta criatura, aunque puede atacar al ser humano, esto es muy excepcional; y más comúnmente se alimentaría de la sangre que succiona de las ovejas, cabras u otros animales; pero no haría daño alguno en los rebaños de cabras u otros animales de color blanco. Se dice que cuando enflaquece el ganado sin una causa aparente, es producto de esta criatura.
Se dice que la gente y cuadrúpedos solo quedarían a salvo si se trasladan a otros lugares, o al quedar interponiéndose entre ellos y esta criatura tipo vampiro, un río o un estero. Pero si por diversos motivos no se puede abandonar el lugar donde estaría alimentándose esta criatura, sólo se puede combatir a este mal mediante la intervención de una Machi que conozca la ceremonia mágica para ahuyentarlo del lugar. Igualmente se dice que para matarlo, se puede cubrir con una tela fuerte, el árbol en que está escondido, para que así no pueda huir esta criatura, y en seguida se debería prender fuego al árbol.
miércoles, 12 de agosto de 2015
Cueva del Chivato
Una de las tantas Cuevas del Chivato, existió al pie de un cerro de la ciudad de Valparaíso, y dicen que era honda como la eternidad. Esta cueva estaba situada en el centro de la población. Los habitantes de Valparaíso sabían que había dado a la cueva su nombre y mucha celebridad cierto chivato monstruoso que, por la noche, salía de ella para atrapar a cuantos por ahí pasaban. Era fama que nadie podía resistir a las fuerzas hercúleas de aquel feroz animal y que todos los que caían en sus cuernos eran zampuzados en los antros de la cueva, donde los volvía Imbunches si no querían correr ciertos riesgos para llegar a desencantar a una muchacha que el chivo tenía embrujada en lo más apartado de su vivienda.
Los que se arriesgaban a correr aquellos peligros tenían que combatir primero con una sierpe que se les subía por las piernas y se les enroscaba en la cintura, en los brazos y la garganta, y los besaba en la boca; después tenían que habérselas con una tropa de carneros que los topaban atajándoles el paso, hasta rendirlos, y si triunfaban en esta prueba, tenían que atravesar por entre cuervos que les sacaban los ojos, por entre soldados que les pinchaban. De consiguiente, ninguno acababa la tarea y todos se declaraban vencidos antes de llegar a penetrar en el encanto. Entonces no les quedaba más arbitrio para conservar la vida, que dejarse imbunchar, y resignarse a vivir para siempre como súbditos del famoso chivato, que dominaba allí con voluntad soberana y absoluta.
Lo cierto es que nadie volvía de la Cueva a contar lo que acontecía, y que casi no había familia que no lamentara la pérdida de algún pariente en la Cueva, ni madre que no llorase a un hijito robado y vuelto imbunche por el chivato, pues es de saber que éste no se limitaba a conquistar vasallos entre los transeúntes, sino que se extendía hasta robarse todos los niños malparados que encontraba en la ciudad.
Animita del Indio Desconocido
Esta versión del proceso de la "Animita" del Indio Desconocido, está tomada en parte de una investigación que realizara Caba, Carlos Baeriswyl y publicada en el diario "El Magallanes", de Punta Arenas. "En 1928 los habitantes de Punta Arenas observaban atónitos un fabuloso trozo de mármol blanco, traído desde la isla Cambridge, actualmente denominada Diego de Almagro. El descubrimiento tomó mayores proporciones con la formación de la Compañía de Mármoles Cambridge, que se encargaría de extraer esta fantástica riqueza.
La isla Diego de Almagro estaba poblado por pequeños grupos de alacalufes que vivían de la recolección de mariscos y del paso de los buques hacia el Estrecho de Magallanes. Al inicio de mayo de 1929, con el primer viaje de la goleta `Manolo', se daba comienzo oficialmente a los trabajos de explotación marmolífera. Para evitar posibles robos o desmanes por parte de los aborígenes, fueron dejados en la isla dos empleados de la compañía, M. Kravient, de nacionalidad rusa, y un chilote llamado David Leal. Se construyó un pequeño embarcadero y se montó provisoriamente un campamento a orillas de la costa en la bahía Sewtt. Mientras tanto, la goleta regresaba a Punta Arenas en busca de los trabajadores y del material restante.
Los días de espera para ambos cuidadores fueron largos y tediosos, la lluvia fue incesante, era muy difícil encender fuego dado que la madera de la isla está siempre empapada, los únicos compañeros de hábitat eran los alacalufes que no cesaban de merodear. El 6 de mayo de 1929, mientras Kravient y Leal descansaban en su carpa de campaña, de improvisto y sin provocación alguna, fueron atacados por un grupo de aproximadamente 12 alacalufes, quienes dispararon con un arma de fuego sobre la carpa. Leal cayó abatido recibiendo un impacto en el cráneo. El ruso, tomando su arma de fuego logró repeler el ataque momentáneamente, dejando mal herido a uno de los indígenas. Al cabo de algunos minutos se presentaron nuevamente los indios, esta vez visiblemente más decididos y Kravient se vio obligado a huir hacia el interior de la isla, dejando a su compañero a merced de los alacalufes.
Poco menos de un mes de penurias tuvo que soportar Kravient escondido en el interior de la isla esperando el arribo de la goleta que llegó a ese puerto el día 5 de junio. El técnico de la compañía, Aristóteles Carozzi, y el mecánico Fructuoso Muñoz López, fueron los primeros en llegar al lugar de los hechos. Estos declararon que el cadáver de un indio se encontraba sentado, vestido con ropas del ruso y con un jockey; las aves de rapiña le habían mutilado una pierna; en tanto el cadáver de Leal se encontraba sumergido a pocos metros de la costa, atado con alambres de pies y cabeza a un trozo de mármol.
Los trabajadores de la nueva compañía, que habían llegado en ese viaje para comenzar las faenas, fueron los encargados de realizar el entierro en un lugar cercano a la bahía Sewtt. El ruso Karvient, visiblemente afectado por la espera, no quiso asistir al improvisado sepelio.
Al regreso de la goleta "·Manolo" el hecho sangriento fue comunicado a las autoridades marítimas de Punta Arenas por el ingeniero jefe Doimo Cettineo. La autoridad ordenó las diligencias legales correspondientes, y más tarde, aprovechando la gira de inspección que realizaba por los canales el escampavía "Porvenir", el día 4 de agosto, dos agentes del grupo de investigaciones de Carabineros de Magallanes, Alberto Sepúlveda y Daniel Larenas, desembarcaron en la isla procediendo a exhumar los cadáveres, labor que les ocupó prácticamente todo el día. Hubo que forrar los rústicos cajones con latas de parafina para así poder embarcarlos en el escampavía.
El día 9 de agosto atracó en Punta Arenas el "Porvenir", enviando de inmediato el singular cargamento a la morgue local. Los antecedentes legales fueron remitidos al juzgado de Puerto Natales, ya que la isla Cambridge correspondía a esa jurisdicción. Extrañamente, la orden para realizar las autopsias se hizo esperar hasta el día 28 de agosto. La autopsia fue efectuada por el médico legista Alvaro Sanhueza, y el resultado de ella fue el siguiente: David Leal, chileno, occipital con la respectiva perforación en la región craneana, el proyectil resultó ser de un revólver.
El indio, bautizado bajo el nombre de Pedro Zambras, alacalufe, no presentaba demostraciones aparentes de herida a bala, siendo muy difícil precisar otro tipo de lesiones, ya que los cuerpos se encontraban en avanzado estado de descomposición. Causa presunta de la muerte: inmersión. El mismo día de la autopsia, fueron colocados los restos de ambos en un solo ataúd, debido a que nadie reclamó los cadáveres. El cementerio donó la sepultura 17-If-14 C. 12 norte.
Cómo nació el Aku-Aku
Unos diablos, una tarde calurosa, se despojaron de sus ropas para entregarse al sueño. Pero aconteció que pasó un joven de apuesta figura y pudo observar con gran admiración que sus cuerpos carecían de carne y se les podía ver y contar las costillas.
A Takuihu —que así se llamaba el joven— se le quedó fuertemente grabado en la memoria tan extraño espectáculo. Otro diablo por ahí cercano había estado observando la escena y prorrumpió en grandes gritos, hasta despertar a sus colegas y les refirió que Takuihu los había sorprendido durmiendo.
Los diablos, por temor al ridículo en que caerían entre los isleños si Takuihu contaba algo sobre su curiosa contextura, resolvieron salirle al encuentro, jurándose darle muerte si les decía que los había visto desnudos.
Interrogado el joven, que no tenía un pelo de tonto, negó con todo aplomo. Juró en tal forma, que los diablos lo creyeron sincero. Los diablos lo acompañaron hasta su casa y no dejaron de vigilarlo y escuchar sus conversaciones, por si hacía comentarios sobre sus escuálidos cuerpos. Durante dos días estuvieron escuchando pero el joven les había espiado y guardaba la más absoluta reserva.
Después de este tiempo se retiraron, seguros de que el secreto de sus ridículos cuerpos no era conocido por ningún mortal. Pero cuando Takuihu se vio libre de los diablos, cogió un trozo de toromiro y talló en él la figura descarnada que tenía en su memoria.
Tal fue la razón de las primeras imágenes de Akauaku que se tallaron en Pascua y éste el medio de comunicación que encontró el nativo sin recurrir al lenguaje, para contar lo que había visto.
viernes, 7 de agosto de 2015
La leyenda de los payachatas
La leyenda de los payachatas es una leyenda que cuenta que en
épocas Incas dos familias, enemistadas por un profundo odio entre ambas,
a causa del dominio de tierras, el príncipe y la princesa de cada una
de las tribus correpondientes encaminados por el destino se conocen y
nace entre ellos un profundo amor, puro y sincero. Pero el odio entre
ambas tribus hizo irracionable este sentimiento y con el afán de separar
a los jóvenes, estos son aconsejados de alejarse, al encontrarse las
familias ante una negación de ambos, recurren a la magia, la cual se ve
imposibilitada ante tanto amor, quedando sin efecto. La propia
naturaleza al verlos acongojados sufre. La luna y las nubes lloran, los
lobos aullan y torrenciales tormentas azotan en advertencia a las
tribus, por parte de los dioses ante tal error.
Las familias al no percatarse de la furia de la naturaleza, con la cual las tierras son invadidas. Recurren a toda clase de artilurgios para poder romper con ese amor. Pero todo intento era en vano. Ante tales fallas los sacerdotes toman la decisión de sacrificar a los príncipes, para que nunca llegaran a estar juntos. Una noche sin luna y en total oscuridad los jóvenes son asesinados.
Los dioses y la naturaleza vuelcan toda su furia con intensas lluvias y truenos, que azotaron la región. Las tribus no subsistieron y producto de las inundaciondes desaparecieron. En su lugar aparecieron dos hermosos lagos, donde se dice que se ve pasar a los jóvenes príncipes en canoa, por fin juntos. Los lagos creados fueron el Chungara y el Cota-Cotani. En honor a los príncipes la naturaleza les regala dos tumbas, los volcanes El Parinacota y el Pomerape .
Las familias al no percatarse de la furia de la naturaleza, con la cual las tierras son invadidas. Recurren a toda clase de artilurgios para poder romper con ese amor. Pero todo intento era en vano. Ante tales fallas los sacerdotes toman la decisión de sacrificar a los príncipes, para que nunca llegaran a estar juntos. Una noche sin luna y en total oscuridad los jóvenes son asesinados.
Los dioses y la naturaleza vuelcan toda su furia con intensas lluvias y truenos, que azotaron la región. Las tribus no subsistieron y producto de las inundaciondes desaparecieron. En su lugar aparecieron dos hermosos lagos, donde se dice que se ve pasar a los jóvenes príncipes en canoa, por fin juntos. Los lagos creados fueron el Chungara y el Cota-Cotani. En honor a los príncipes la naturaleza les regala dos tumbas, los volcanes El Parinacota y el Pomerape .
La Quintrala
Catalina
de los Ríos y Lisperguer, era muy hermosa, alta de ojos verdes y pelo
rojo, como el Quitral, de ahí su apodo Quintrala inventado, según
parece, en los primeros años del siglo XVII, en el seno de una de las
más ricas de chile y emparentada con la alta aristocracia limeña y
santiaguina. Era hija de don Gonzalo de los Ríos y Encio y doña Catalina
Lisperguer y Flores.
En la historia de su vida se mezclan los hechos de la leyenda de modo que hay en ella muchos aspectos dudosos o fantásticos.
Poco se sabe de su educación, pero consta por su testamento que no sabia leer.
Creció
en compañía de su hermana, doña Agueda de los Ríos, quien se caso
tempranamente con un oidor de la audiencia de lima, don Blas de
Altamirano. Su nombre figura en los anales de la criminología colonial.
Al
parecer la abuela y después la madre, homicidas ambas le enseñaron su
oficio. Su abuela, María de Encio, había asesinado a su esposo y era
experta en sortilegios y pactos diabólicos; su madre había sido acusada
de haber intentado envenenar al Gobernador Ribera y de haber muerto con
azotes a una hijastra.
Los
casos de impudicia y feroz liviandad de que la tradición la inculpa son
varios y más o menos espectaculares. Su lascivia y ferocidad no tenia
frenos, por lo que su abuela doña Agueda Flores, que era su tutora,
resolvió casarla a todo trance para ponerla a raya.
Don
Alonso Campo Frío Carvajal fue el elegido por doña Agueda para “esposo y
domador" de su pupila; y a fin de hacerle aceptable el terrible don,
puso una dote monumental; que ascendió a 45.349 pesos. Don Alonso no
poseía bienes ni fortuna y doña Catalina no había encontrado un marido
sino un cómplice.
El
matrimonio que vivía en la hacienda de doña Catalina en La Ligua, tubo
un hijo al que pusieron el nombre de su abuelo, Gonzalo. Pero murió en
la infancia antes de cumplir diez años pese a todos los esfuerzos
científicos, religiosos, mágicos y el conocido pacto diabólico de doña
Catalina.
En
la hacienda de La Ligua, según se cuenta, ocurrían los hechos más
horribles. Durante la vida de su marido, como luego de su muerte,
acaecida hacia 1650.
A
pesar de continuas denuncias, no recibió castigo alguno porque tenia
mucho dinero, siendo prodiga entre jueces y letrados, además de contar
con numerosa parentela en cargos importantes.
Su
crueldad llegó a tal extremo que se produjo una dispersión general
entre los indios de la hacienda de La Ligua, quienes se fugaron en su
mayoría hacia los montes y comarcas vecinas. Aun entonces doña Catalina
consiguió de la Real Audiencia una provisión para recoguerlos.
A
cargo de esta labor puso a un mayordomo llamado Ascencio Erazo. Este
los prendía y los llevaba a la hacienda. Doña Catalina presidía el
castigo acompañada de su sobrino, don Jerónimo de Altamirano.
En
1660, la Real Audiencia, ante la magnitud de los hechos, comisionó a su
receptor de cámara Francisco Millán para que hiciese una investigación.
Esta alejo de su hacienda a doña Catalina, a su mayordomo y a su
sobrino, a fin de que sus víctimas pudieran desahogarse de los crímenes
cometidos por su patrona.
El
comisionado de la Audiencia encontró plenamente comprobados los delitos
cometidos por la encomendadera de La Ligua, por lo que se la apreso y
condujo a Santiago.
Se
inicio así proceso a la que ya había sido una vez acusada de
parricidio, otra de asesinato y ahora por la matanza lenta y cruel de su
servidumbre. El juicio se llevo adelante con mucha lentitud, pues las
relaciones de doña Catalina seguían contando, al igual que su dinero.
En
los últimos años de su existencia encontró un auxiliar poderoso a su
impunidad en el Gobernador de Meneses, quien era ávido del dinero de la
Quintrala.
Doña
Catalina estaba enamorada del padre Pedro Figueroa, que la casó con su
difunto esposo, y este aprovechando la situación conseguía aplacar de
gran forma su instinto asesino y mantenerla por el camino de la fe, pero
no todo fue tranquilo pues ella intento matarlo en venganza por su
matrimonio no deseado.
Doña
Catalina llego a hacer un segundo pacto diabólico para conseguir el
amor del fraile pero este para resistirse a ella se autoflagelaba y al
ver que no seria capaz de resistir decidió huir de su influjo al Perú,
consiguiendo con esto que ella abandonara completamente la fe cristiana y
cometiera un gran atentado en contra de sus indios provocando la famosa
huida de ellos y obligando al padre a reconsiderar su vuelta, pese a
todo él no volvió hasta enterarse de el arresto de Catalina y su
posterior enfermedad, lamentablemente no alcanzó a confesarla para
perdonar sus pecados.
El Trauco
Los que han visto al Trauco
dicen que se cuelga de la rama de un Tique, árbol de gran altura,
también conocido como Olivillo. Desde aquí espera a sus víctimas. Suele
habitar cerca de las casas de los chilotes para así poder vigilar a las
doncellas que le interesan. Se mete a las casas, cocinas y a todos los
lugares imaginables sólo para ubicar a una nueva "conquista". Los
habitantes de Chiloé, conociendo las mañas de este pequeño individuo,
tratan de no descuidar a sus hijas. Para
esto toman precauciones tales como evitar que vayan solas a buscar leña
o a arriar los animales. Son en esas oportunidades donde el Trauco
aprovecha de utilizar su magia. A pesar de su afán por perseguir
doncellas, el Trauco jamás actúa frente a testigos, es decir, nunca
atacará a una muchacha si esta va acompañada de alguien. Cuando divisa a
una niña desciende rápidamente del árbol. Luego da tres hachazos al
Tique, con los que parece derribarlos todos. La muchacha luego de
recuperarse del susto, se encuentra con el Trauco a su lado, quien sopla
suavemente su bastón. La niña sin poder resistir el encanto del trauco
cae en un profundo sueño de amor.
La muchacha, al despertar del embrujo, regresa a su
casa sin saber claramente lo sucedido. Nueve meses después, tras haber
experimentado cambios en su cuerpo por la poseción del Trauco, nace el
hijo de este misterioso ser.
Las Tres Pascualas
Existen dos versiones de esta leyenda, ambas enmarcadas a finales del siglo XVIII, y teniendo como protagonista a tres hermanas penquistas que solían lavar juntas la ropa en una laguna cercana a su casa.
La primera versión dice que una tarde encontraron sus cadáveres flotando en el agua. Las tres se habrían suicidado, ahogadas en la laguna, producto de un desamor provocado por un mismo hombre que las engatusó y luego abandonó. Entonces las aguas de la laguna se habrían desborado producto de un gran remolino, volviendo a la normalidad para transformar la forma de la laguna por la de una luna en cuarto menguante.
La segunda versión dice que un forastero, que había llegado a hospedarse a la casa donde vivían las tres con su padre, se habría enamorado de ellas, y cada una le habría correspondido su amor en secreto. En la duda de no saber a cual elegir, el forastero las habría citado a la laguna en la Noche de San Juan. Desde un bote, al ver el reflejo de una de ellas, le habría gritado «¡Pascuala! ¡Pascuala! ¡Pascuala!», y cada una, al creer que se trataba de ella, habría acudido a su llamado, ahogándose en las aguas. Desde entonces, cada Noche de San Juan se dice que aparece un bote desde el cual se escucha una voz angustiada llamando a las hermanas.
En ambos casos, los lugareños llamarían a partir de entonces a la laguna como Laguna Las Tres Pascualas, nombre con el que se conoce hasta ahora.
La Fiura
Pequeño monstruo, en forma de mujer; el mito la muestra habitualmente, danzando sobre la débil alfombra, de un balanceante “hualve”, sin temor a que, en cualquier instante se rompa y la trague el pantano. Detiene su baile, para contemplar su horrible rostro, en el espejo de un charco y peinar su larga cabellera con un reluciente peine de plata. Contonea, coqueta, su exuberante busto y corre ágil, haciendo flamear su breve pollera roja, entre los troncos quemados de los roces, mimetizando sus miembros, con los semicarbonizados ganchos de los árboles. Se escabulle entre los matorrales, en busca del fruto de las espinosas “chauras”, que come con glotonería. El más leve ruido la asusta, adoptándo de súbito, caprichosas y convulsionantes posturas; hace muecas horrendas con feísimo rostro y con sus ojos chispeantes, casi ocultos por una descomunal nariz; alarga sus brazos en todas direcciones y mueve nerviosamente los dedos deformes de una enorme mano, en demanda de una víctima, para “tirarle un mal aire”. La Fiura, hija única de la Condená, es la mujer del viríl Trauco, más esto no le impide ofrecer su amor a todos los hombres, a quienes impone, como severa condición, aceptarla con los ojos cerrados. No admite mirada alguna, ni siquiera la de los animales, sin aplicar al instante su castigo: El osado que se atrevió a mirarla, quedará torcido en algún lugar de su cuerpo. Si quien la mira es un niño o un animal, le deforma generalmente las extremidades, haciéndoles imposible la marcha, los tulle. Luchar contra ella, es tarea imposible; posee una fuerza y destreza tal, que cuantos hombres quieran pueden pelear con ella, pero los deja a todos maltrechos y contusos, cuando no quedan “teldelde” (trémulos). En cambio a ella, no se logra asestarle un solo golpe: “es como pegarle a la sombra” . Las deformaciones causadas por la Fiura, son prácticamente incurables; en casos afortunados, se consigue alivio, utilizando el siguiente tratamiento: al amanecer se corta una rama de la enredadera llamada “pahueldún”, una vez transportada junto al enfermo, se la azota, hasta arrancarle la savia; líquido que debe beber el enfermo y enseguida se la lleva arrastrando hasta la playa, para lanzarla al mar (en Europa, los pueblos primitivos realizaban una ceremonia parecida, con el árbol, que representaba el espíritu de los árboles). Por haber obtenido, con ello, buenos resultados, también se aconseja tomar raspaduras de “Piedra de Ara”
martes, 4 de agosto de 2015
Los Tikuna pueblan la tierra.
Los Tikunas pueblan la tierra.
Autor: Pío Fernando Gaona (Leyenda Colombiana)
Yuche vivía desde siempre, solo en el mundo. En compañía de las perdices, los paujiles, los monos y los grillos, había visto envejecer a la tierra. A través de ello se daba cuenta que el mundo vivía y de que la vida era tiempo y el tiempo...muerte.
No existía en la Tierra sitio más bello que aquel donde Yuche vivía: era una pequeña choza en un claro de la selva y muy cerca de un arroyo enmarcado en playas de arena fina.
Todo era tibio allí, ni la lluvia ni el calor entorpecían la placidez de aquel lugar.
Dicen que nadie ha visto el sitio, pero todos los Tikunas esperan ir allí algún día.
Una vez Yuche fue a bañarse al arroyo, como de costumbre. Llegó a la orilla y se fue introduciendo en el agua hasta que se inclinó hacia delante, mirándose en el espejo del agua;por primera vez notó que había envejecido.
El verse viejo, le deprimió profundamente:
-Estoy y a viejo...y solo. ¡Oh!, si muero, la tierra quedará más sola todavía.
Apesadumbrado, espaciosamente emprendió el regreso a su choza.
El susurro de la selva y el canto de las aves lo embargaban ahora de infinita melancolía.
Yendo en camino sintió un dolor en la rodilla, como si lo hubiese picado algún insecto; no pudo darse cuento pero pensó que le picó una avispa. Cuando empezó a sentir un pesado sopor que le invadía.
-Es raro como me siento. Me acostaré tan pronto llegue.
Siguió caminando con dificultad y al llegar a su choza se recostó, y se quedó dormido.
Tuvo un largo sueño. Soñó que mientras más soñaba, más se envejecían y más débil se ponía sus piernas, y que de su cuerpo agónico se proyectaban otros seres.
Despertó muy tarde, al otro día. Quiso levantarse, pero el dolor se lo impidió. Entonces se miró la inflamada rodilla y notó que la piel se había vuelto transparente. Le pareció que algo en su interior se movía. Al acercar más los ojos vio con sorpresa que, allá al fondo, dos minúsculos seres trabajaban, se puso a observar.
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