Los que han visto al Trauco
dicen que se cuelga de la rama de un Tique, árbol de gran altura,
también conocido como Olivillo. Desde aquí espera a sus víctimas. Suele
habitar cerca de las casas de los chilotes para así poder vigilar a las
doncellas que le interesan. Se mete a las casas, cocinas y a todos los
lugares imaginables sólo para ubicar a una nueva "conquista". Los
habitantes de Chiloé, conociendo las mañas de este pequeño individuo,
tratan de no descuidar a sus hijas. Para
esto toman precauciones tales como evitar que vayan solas a buscar leña
o a arriar los animales. Son en esas oportunidades donde el Trauco
aprovecha de utilizar su magia. A pesar de su afán por perseguir
doncellas, el Trauco jamás actúa frente a testigos, es decir, nunca
atacará a una muchacha si esta va acompañada de alguien. Cuando divisa a
una niña desciende rápidamente del árbol. Luego da tres hachazos al
Tique, con los que parece derribarlos todos. La muchacha luego de
recuperarse del susto, se encuentra con el Trauco a su lado, quien sopla
suavemente su bastón. La niña sin poder resistir el encanto del trauco
cae en un profundo sueño de amor.
La muchacha, al despertar del embrujo, regresa a su
casa sin saber claramente lo sucedido. Nueve meses después, tras haber
experimentado cambios en su cuerpo por la poseción del Trauco, nace el
hijo de este misterioso ser.
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